En 1952 se presentó el TUDOR Oyster Prince, acompañado de una campaña publicitaria especialmente original y sorprendente para la época. Esta campaña no se limitaba, como era habitual, a mostrar y describir el producto. En lugar de eso, hacía hincapié en sus cualidades de robustez, fiabilidad y precisión en un texto muy detallado, así como mediante ilustraciones que mostraban a hombres trabajando en condiciones extremas con un TUDOR en la muñeca. Una elección menos convencional que representar actividades deportivas. Estas impactantes imágenes, asociadas a la credibilidad del producto, contribuyeron a conferir a los relojes TUDOR un estilo y una personalidad que reflejaban las ideas de modernidad y fiabilidad, trascendiendo mucho más allá de los contextos individuales en los que se presentaban.